En la actualidad, el deseo de asumir roles de liderazgo parece estar omnipresente. La ilusión de siempre tener la razón a menudo supera la lógica, y la saturación de información en las redes sociales ha llevado a muchas personas a adoptar la idea de que todos deben desempeñar roles de liderazgo. Esto puede llevar a que se descarten o pasen por alto otras funciones dentro de la organización igualmente valiosas. Sin embargo, en cualquier grupo humano, existen diversos roles que deben desempeñarse, lo que plantea la pregunta fundamental: ¿Qué ocurre cuando todos aspiran a ser líderes? ¿Quién tomaría el mando en una sociedad en la que todos se consideran líderes? ¿Sería posible establecer un diálogo significativo o cada interacción comenzaría desde cero? Para responder a estas interrogantes, primero debemos definir el concepto de liderazgo.

John C. Maxwell, autor de «El liderazgo 360 grados», define el liderazgo como «la capacidad de influir en otros para que mejoren sus habilidades y capacidades en una determinada área». En un grupo en el que todos se ven a sí mismos como líderes, no existen roles subordinados, lo que impide la posibilidad de mejorar las habilidades individuales, dado que nadie reconoce su posición como seguidor. En este contexto, el concepto de liderazgo se desdibuja y se torna inviable.

Bajo esta premisa, el rol del seguidor se convierte en un elemento fundamental. Sin seguidores, el liderazgo carece de significado. Aunque las habilidades del líder sean notables, carecerán de visibilidad y aprecio, y los esfuerzos por mejorar se estancarán, lo que conllevará a una constante pérdida de valor.

El seguidor es quien da vida al líder, siendo el miembro de la organización que da el primer paso para permitir que el liderazgo florezca. En situaciones donde se experimenta una falta o un exceso de liderazgo, ser un buen seguidor se torna esencial para el progreso de la organización.

¿Cómo puede un líder ejercer su rol con eficacia sin la colaboración de los seguidores? ¿Cómo puede prosperar un líder sin seguidores que apoyen su visión? Estas interrogantes se responden por sí solas. El seguidor es el elemento fundamental, y sin su participación activa, el liderazgo se convierte en autoritarismo, y las buenas intenciones no prosperan. Por esta razón, antes de convertirse en un líder exitoso, es crucial aprender a ser un seguidor efectivo.

El seguidor demuestra humildad y una disposición al cambio. Está dispuesto a escuchar con el objetivo de mejorar sus habilidades y aptitudes, y muestra una actitud abierta hacia el crecimiento y el aprendizaje continuo. Ser un buen seguidor no requiere habilidades extraordinarias, solo un sentido de autovaloración que permita apreciar las cualidades positivas en otros, empezando por uno mismo. Valorar la excelencia fuera de uno mismo puede ser un reto, pero resulta esencial para ser un seguidor destacado. En última instancia, ser un buen seguidor constituye el cimiento sobre el cual se edifica un liderazgo auténtico y efectivo.

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